jueves, 31 de octubre de 2013

FRASE SOBRE LA VIDA DE FRANCIS SCOTT FITZGERALD


"La vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir sino en la de volver a empezar".

Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) Escritor estadounidense.

CONOCER GRANADA EN FAMILIA: DEL MAUROR A LA ALMANZORA.

SEXTO PASEO
“Descubriendo Granada: del Mauror a la Almanzora”.

El domingo 3 de noviembre vamos a realizar nuestro sexto paseo por Granada, en esta ocasión por una zona poco conocida de nuestra ciudad, la zona que de Torres Bermejas que baja hacia el centro de Granada buscando Plaza Nueva y la falda de la ladera de la Alhambra hacia el río Darro.
Comenzaremos en la Plaza del Padre Suarez, y desde allí nos perderemos por un laberinto de callejuelas estrechas y tan empinadas que muchas veces se convertirán en escaleras, donde nos sorprenderán bellos y olvidados cármenes que nos harán retroceder en el tiempo. Después cruzaremos la Cuesta de Gomérez para adentrarnos en el pequeño barrio de la Almanzora y descubrir uno de los miradores más recoletos y escondidos de la ciudad, desde el que podremos contemplar unas espectaculares vistas del Albaicín. El paseo lo terminaremos dejándonos “caer” sobre el río Darro, a la altura de Plaza Nueva.

Día: domingo 3 de noviembre de 2013.
Hora: A las 10:30 en la Plaza de Mariana Pineda, en el centro de la Plaza, junto a la estatua de Mariana, desde allí nos iremos a la Plaza del Padre Suarez, desde donde iniciaremos nuestro paseo, allí podemos encontrarnos con los que le pille más cerca, esta zona.
Recomendaciones: Calzado cómodo (no solo porque tendremos que andar, sino por el tipo de piso). Una cámara de fotos… (y si alguien llevara algo para compartir en el mirador, sería el no va más).
Itinerario: Más o menos será Plaza de la Mariana, San Matías, Plaza del Padre Suarez,  Pavaneras, Pañera....  Cuesta de Gomérez, Placeta de la Miga, Almanzora Alta, para terminar en el Mirador de la Almazora.

Contacto: Es conveniente saber aproximadamente el número de personas que nos podemos juntar, para organizarnos y ver cómo hacer (el grupo no puede ser muy numeroso). Se puede invitar a amigos, quién esté interesado en participar puede comunicarlo a la cuenta de la Comunidad: 
comunidadfocolaresgranada@gmail.com


EL PRÓXIMO SÍNODO SOBRE LA FAMILIA SERÁ UNA PASTORAL EN POSITIVO

Preparación de los jóvenes al matrimonio y una pastoral para los ya casados y para los divorciados. También mejorar los tribunales eclesiásticos
La próxima Asamblea Extraordinaria del Sínodo de Obispos que se celebrará del 5 al 19 de octubre de 2014 en Roma, sobre la familia, pondrá en foco sea la preparación de los jóvenes que quieren casarse, que el acompañamiento de los nuevos matrimonios, y también una mejor estructuración de los tribunales eclesiásticos.
Esos serán temas centrales, consideró hoy el sacerdote Héctor Francheschi, profesor de derecho canónico y matrimonial de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en un desayuno de trabajo que se realizó con algunos periodistas que cursaron actualizaciones en dicha universidad romana.
 “Un sistema sanitario que solamente tuviera unidades de terapia intensiva sería desastroso, porque ante todo lo que se necesita es la prevención” dijo. Con este ejemplo el profesor ilustró el desafío actual de la Iglesia por lo que se refiere al matrimonio y a los casos de separados y vueltos a casar.
Porque el problema “no es solamente que los matrimonios nulos puedan ser declarado tales, sino sobre todo la debida preparación al matrimonio para que duren”. Por ello será importante, precisó, una pastoral que prevea el acompañamiento de las parejas jóvenes. Añadió que además es importante implementar una pastoral post-matrimonial, no dejar solos a los matrimonios jóvenes y para ello es necesario que se cuente también con la ayuda de parejas que tengan experiencia”.

El profesor consideró que otro tema del sínodo será también estructurar mejor los tribunales eclesiásticos, de manera que quienes hayan tenido un matrimonio que no haya sido válido, puedan certificar la nulidad del mismo.
Reiteró además que “el divorciado o separado y vuelto a casar, no está fuera de la Iglesia, es verdad que no puede comulgar, pero es parte de Ella y puede ir a misa, debe rezar, etc”. Reconoció que sobre esto es necesario superar dificultades, como en una ciudad pequeña en donde si una persona se acerca a la misa, quienes saben que está en situación irregular pueden ser tentados de mirarlo mal, 'porque pecador'.
Ante diversos artículos que aparecieron indicando que la Iglesia permitiría a los divorciados acercarse a los sacramentos, reiteró que no por caso el diario El Osservatorio Romano ha publicado el artículo del prefecto de la Congregación de la doctrina de la fe, Mons. Gerhard Mueller, en donde el tema es debidamente puntualizado.
 “Es un problema de fidelidad a Jesucristo” dijo el sacerdote español Franceschi y recordó que la tentación existía también al inicio de la Iglesia y que entonces hubiera sido más fácil adaptarse a los tiempos, a los romanos o a los judíos, quienes aceptaban el divorcio o repudio.
El profesor reiteró que la nulidad es un caso concreto y deben existir motivos que hacen pensar que nunca hubo un verdadero matrimonio, que fue viciado desde su inicio. Y de la necesidad de subordinar estos casos a los tribunales para que declaren la verdad.
Indicó que el legislador puede se tentado  de declarar nulo un matrimonio para resolverle la vida a una persona, pero que si el juez no está seguro de la nulidad no lo puede declararla. Reconoció que de un lado los procesos exigen demasiado tiempo y que la celeridad es parte de la justicia. "No pueden durar 5 o 10 años", dijo. Otros son demasiado veloces y afirmativos de la nulidad y por ello corren el riesgo de producir un divorcio enmascarado. Es diverso anular que declarar nulo precisó. 

Añadió que el matrimonio no es solamente un pacto de derechos y deberes, sino que es mucho más, es un don de sí mismo. Y que la instrucción Dignitas Connubii del 2005, querida por Juan Pablo II, es un manual para los tribunales de todo el mundo.

Ver también: "Los divorciados y vueltos a casar civilmente, un verdadero desafío pastoral" 

Sobre el artículo del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: El ideal de la fidelidad matrimonial no ha perdido para nada su encanto

martes, 29 de octubre de 2013

PARA TI ¿QUÉ COSA ES LA ESPERANZA? EL PAPA FRANCISCO

La esperanza no es optimismo, sino “una ardiente expectativa” hacia la revelación del Hijo de Dios. Lo dijo el Papa Francisco en la Misa del martes en la Casa de Santa Marta. El Santo Padre recalcó que los cristianos deben cuidarse de clericalismos y de actitudes cómodas, ya que la esperanza cristiana es dinámica y da la vida.
¿Qué cosa es la esperanza para un cristiano? El Obispo de Roma se inspiró en las palabras de San Pablo, en la Primera Lectura, para resaltar la dimensión única de la esperanza cristiana. No se trata de optimismo, advirtió el Pontífice, sino de “una ardiente expectativa” dirigida hacia la revelación del Hijo de Dios. La creación continuó diciendo el Papa, fue “sujetada a la caducidad” y el cristiano vive la tensión entre la esperanza y la esclavitud. “La esperanza -agregó Francisco haciéndose eco de las palabras de San Pablo- no decepciona, es segura”. Sin embargo, reconoció “no es fácil entender la esperanza”. A veces, puntualizó el Santo Padre, “pensamos que ser personas de esperanza signifique ser personas optimistas”. Pero no es así :

“La esperanza no es el optimismo, no es aquella capacidad de ver las cosas con buen ánimo y seguir adelante. No, eso es optimismo, no es esperanza. Ni la esperanza es una actitud positiva frente a las cosas. Esa gente brillante, positiva... Esto es bueno, ¡eh! pero hay esperanza. No es fácil entender bien lo que es la esperanza. Se dice que es la más humilde de las tres virtudes, porque está oculta en la vida. La fe se ve, se siente, se sabe lo que es. La caridad se hace, se sabe lo que es. Pero, ¿qué es la esperanza? ¿Qué es esa actitud de la esperanza? Para acercarnos un poco, podemos decir primero que la esperanza es un riesgo, es una virtud arriesgada, es una virtud, como dice San Pablo ‘de una ardiente expectativa hacia la revelación del Hijo de Dios’. No es una ilusión”.
Tener esperanza, añadió el Pontífice, es justamente esto: “Estar en tensión hacia esta revelación, hacia esta alegría que llenará nuestra boca de sonrisas”. San Pablo, anotó luego el Papa- hace hincapié en que la esperanza no es el optimismo, “es mucho más”. Es “otra cosa diferente”. Y los primeros cristianos, recordó, “la representaban como un ancla: la esperanza era un ancla, anclada en la orilla” del más allá. Y nuestra vida es justamente caminar hacia esa ancla:

“Se me ocurre la pregunta, ¿dónde estamos anclamos nosotros, cada uno de nosotros? Estamos anclados allá en la orilla de aquel océano tan alejado o estamos anclados en una laguna artificial que hemos hecho nosotros, con nuestras normas, nuestros comportamientos, nuestros horarios, nuestros clericalismos, nuestras actitudes eclesiásticas… no eclesiales, ¿eh? ¿Estamos anclamos allí? Todos confortables y seguros, ¿eh? Aquella no es esperanza ¿Dónde está anclado mi corazón, allí en esta laguna artificial, con un comportamiento impecable de verdad ...”
San Pablo, agregó el Papa, indica otro ícono de la esperanza, aquel del parto. “Estamos a la espera - observó - esto es un parto. Y la esperanza se encuentra en esta dinámica”, de “dar vida”. Sin embargo, precisó Francisco, “la primicia del Espíritu no se puede ver”. No obstante sé que “el Espíritu obra”. Obra en nosotros “como si fuese un pequeño grano de mostaza, pero lleno de vida dentro, de fuerza, que va adelante” hasta convertirse en árbol. El Espíritu obra como la levadura. Así, resaltó el Santo Padre, “el espíritu trabaja: no se ve, pero existe. Es una gracia que hay que pedir”:
 “Una cosa es vivir en la esperanza, porque en la esperanza estamos salvados y otra cosa es vivir como buenos cristianos, nada más. Vivir a la espera de la revelación, o vivir bien con los mandamientos; estar anclados en la orilla del más allá, o aparcados en la laguna artificial. Pienso en María, una muchacha joven, cuando, después de haber oído que era mamá ha cambiado su actitud y va, ayuda y canta ese cántico de alabanza. Cuando una mujer se queda embarazada es mujer, pero no es solo mujer: es madre. Y la esperanza tiene algo de esto. Nos cambia la actitud: somos nosotros, pero no somos nosotros; somos nosotros, buscando allí, anclados allí.”
 El Papa Francisco concluyó su homilía del martes, dirigiéndose a un grupo de sacerdotes mexicanos presentes en la misa con motivo del vigésimo quinto aniversario de su ordenación. Pidan a la Virgen, Madre de la esperanza, les dijo, que sus años “sean años de esperanza, para vivir como sacerdotes de esperanza”, “dando esperanza”.

FRASE SOBRE LA VIDA DE PUBLIO SIRO


"Quien sólo vive para sí, está muerto para los demás".


Publio Siro (Siglo I AC-?) Poeta dramático romano

lunes, 28 de octubre de 2013

CURSO DE NOVIOS INTENSIVO EN ALMUÑECAR (GRANADA). NOVIEMBRE DE 2013.

Curso intensivo de Formación al Matrimonio 
y a la Vida de Familia
Parroquia de la Encarnación. 
Almuñecar – Granada
Sábado 16 y domingo 17 de octubre de 2013
Para más información llamar al telf. 958.630.646

HORARIO
Sábado: de 10 a 14 y de 16 a 19 h.
Domingo: de 10 a 14 (Eucaristía a las 13 h.)

Templo del Salvador,
Cristóbal Colón, 1
18690  - ALMUÑECAR (GRANADA)

domingo, 27 de octubre de 2013

MARÍA MADRE Y MODELO DE LA IGLESIA. PAPA FRANCISCO

El "sí" de María, ya perfecto al principio, creció hasta la hora de la Cruz. 
Allí su maternidad se ha extendido abrazando a cada uno de nosotros


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuando con la catequesis sobre la Iglesia, hoy me gustaría mirar a María como imagen y modelo de la Iglesia. Y lo hago recuperando una expresión del Concilio Vaticano II. Dice la constitución Lumen gentium: "Como enseñaba san Ambrosio, la Madre de Dios es una figura de la Iglesia en el orden de la fe, la caridad y de la perfecta unión con Cristo» (n.63)



1. Partamos desde el primer aspecto, María como modelo de fe. ¿En qué sentido María es un modelo para la fe de la Iglesia? Pensemos en quién fue la Virgen María: una joven judía, que esperaba con todo el corazón la redención de su pueblo.
Pero en aquel corazón de joven hija de Israel, había un secreto que ella misma aún no lo sabía: en el designio del amor de Dios estaba destinada a convertirse en la Madre del Redentor. En la Anunciación, el mensajero de Dios la llama "llena de gracia" y le revela este proyecto. María responde "sí", y desde ese momento la fe de María recibe una nueva luz: se concentra en Jesús, el Hijo de Dios que se hizo carne en ella y en quien que se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel, en ella realmente está reunido todo el camino, la vía de aquel pueblo que esperaba la redención, y en este sentido es el modelo de la fe de la Iglesia, que tiene como centro a Cristo, la encarnación del amor infinito de Dios. 
¿Cómo ha vivido María esta fe? La vivió en la sencillez de las miles de ocupaciones y preocupaciones cotidianas de cada madre, en cómo ofrecer los alimentos, la ropa, la atención en el hogar... Esta misma existencia normal de la Virgen fue el terreno donde se desarrolla una relación singular y un diálogo profundo entre ella y Dios, entre ella y su hijo. El "sí" de María, ya perfecto al principio, creció hasta la hora de la Cruz. Allí, su maternidad se ha extendido abrazando a cada uno de nosotros, nuestra vida, para guiarnos a su Hijo. María siempre ha vivido inmersa en el misterio del Dios hecho hombre, como su primera y perfecta discípula, meditando cada cosa en su corazón a la luz del Espíritu Santo, para entender y poner en práctica toda la voluntad de Dios.
Podemos hacernos una pregunta: ¿nos dejamos iluminar por la fe de María, que es Madre nuestra? ¿O la creemos lejana, muy diferente a nosotros? En tiempos de dificultad, de prueba, de oscuridad, la vemos a ella como un modelo de confianza en Dios, que quiere siempre y solamente nuestro bien? Pensemos en ello, ¡tal vez nos hará bien reencontrar a María como modelo y figura de la Iglesia por esta fe que ella tenía!

2. Llegamos al segundo aspecto: María, modelo de caridad. ¿De qué modo María es para la Iglesia ejemplo viviente del amor? Pensemos en su disponibilidad hacia su prima Isabel. Visitándola, la Virgen María no solo le llevó ayuda material, también eso, pero le llevó a Jesús, quien ya vivía en su vientre. Llevar a Jesús en dicha casa significaba llevar la alegría, la alegría plena. Isabel y Zacarías estaban contentos por el embarazo que parecía imposible a su edad, pero es la joven María la que les lleva el gozo pleno, aquel que viene de Jesús y del Espíritu Santo, y que se expresa en la caridad gratuita, en el compartir, en el ayudarse, en el comprenderse.

Nuestra Señora quiere traernos a todos el gran regalo que es Jesús; y con Él nos trae su amor, su paz, su alegría. Así, la Iglesia es como María, la Iglesia no es un negocio, no es un organismo humanitario, la Iglesia no es una ONG, la Iglesia tiene que llevar a todos hacia Cristo y su evangelio; no se ofrece a sí misma –así sea pequeña, grande, fuerte o débil- la Iglesia lleva a Jesús y debe ser como María cuando fue a visitar a Isabel. ¿Qué llevaba María? A Jesús. La Iglesia lleva a Jesús: ¡este el centro de la Iglesia, llevar a Jesús! Si hipotéticamente, alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, ¡esta sería una Iglesia muerta! La Iglesia debe llevar la caridad de Jesús, el amor de Jesús, la caridad de Jesús.
Hemos hablado de María, de Jesús. ¿Qué pasa con nosotros? ¿Con nosotros que somos la Iglesia? ¿Cuál es el amor que llevamos a los demás? Es el amor de Jesús que comparte, que perdona, que acompaña, ¿o es un amor aguado, como se alarga al vino que parece agua? ¿Es un amor fuerte, o debil, al punto que busca las simpatías, que quiere una contrapartida, un amor interesado?
Otra pregunta: ¿a Jesús le gusta el amor interesado? No, no le gusta, porque el amor debe ser gratuito, como el suyo. ¿Cómo son las relaciones en nuestras parroquias, en nuestras comunidades? ¿Nos tratamos unos a otros como hermanos y hermanas? ¿O nos juzgamos, hablamos mal de los demás, cuidamos cada uno nuestro "patio trasero"? O nos cuidamos unos a otros? ¡Estas son preguntas de la caridad!
3. Y un último punto brevemente: María, modelo de unión con Cristo. La vida de la Virgen fue la vida de una mujer de su pueblo: María rezaba, trabajaba, iba a la sinagoga... Pero cada acción se realizaba siempre en perfecta unión con Jesús. Esta unión alcanza su culmen en el Calvario: aquí María se une al Hijo en el martirio del corazón y en la ofrenda de la vida al Padre para la salvación de la humanidad. Nuestra Madre ha abrazado el dolor del Hijo y ha aceptado con Él la voluntad del Padre, en aquella obediencia que da fruto, que trae la verdadera victoria sobre el mal y sobre la muerte.
Es hermosa esta realidad que María nos enseña: estar siempre unidos a Jesús. Podemos preguntarnos: ¿Nos acordamos de Jesús sólo cuando algo está mal y tenemos una necesidad? ¿O tenemos una relación constante, una profunda amistad, incluso cuando se trata de seguirlo en el camino de la cruz?
Pidamos al Señor que nos dé su gracia, su fuerza, para que en nuestra vida y en la vida de cada comunidad eclesial se refleje el modelo de María, Madre de la Iglesia. ¡Que así sea!

FRASE SOBRE LA VIDA DE MADRE TERESA DE CALCUTA

"La vida es un juego; 
participa en él. 
La vida es demasiado preciosa; 

no la destruyas.

Madre Teresa de Calcuta (1910-1997)

SANTA MISA DE CLAUSURA DE LA PEREGRINACIÓN DE LAS FAMILIAS DEL MUNDO A ROMA EN EL AÑO DE LA FE.

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO EN LA MISA CONCLUSIVA.
Plaza de San Pedro. Domingo 27 de octubre de 2013
Las lecturas de este domingo nos invitan a meditar sobre algunas características fundamentales de la familia cristiana.
1. La primera: La familia que ora. El texto del Evangelio pone en evidencia dos modos de orar, uno falso – el del fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. El fariseo encarna una actitud que no manifiesta la acción de gracias a Dios por sus beneficios y su misericordia, sino más bien la satisfacción de sí. El fariseo se siente justo, se siente en orden, se pavonea de esto y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, sobria, imbuida por la conciencia de su propia indignidad, de su propia miseria: este hombre en verdad se reconoce necesitado del perdón de Dios, de la misericordia de Dios.
La del publicano es la oración del pobre, es la oración que agrada a Dios que, como dice la primera Lectura, «sube hasta las nubes» (Si 35,16), mientras que la del fariseo está marcada por el peso de la vanidad.
A la luz de está Palabra, quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: pero ¿Cómo se hace? Se hace como el publicano, es claro: humilde, delante de Dios. Cada uno con humildad se deja ver del Señor y le pide su bondad, que venga a nosotros. Pero, en familia, ¿Cómo se hace? Porque parece que la oración sea algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo, en familia… Sí, es verdad, pero es también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios, como el publicano. Y todas las familias, tenemos necesidad de Dios: todos, todos. Necesidad de su ayuda, de su fuerza, de su bendición, de su misericordia, de su perdón. Y se requiere sencillez. Para rezar en familia se necesita sencillez. Rezar juntos el “Padrenuestro”, alrededor de la mesa, no es algo singular: es fácil. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar aun el uno por el otro: el marido por la esposa, la esposa por el marido, los dos por los hijos, los hijos por los padres, por los abuelos… Rezar el uno por el otro. Esto es rezar en familia, y esto hace fuerte la familia: la oración.
2. La segunda Lectura nos sugiere otro aspecto: la familia conserva la feEl apóstol Pablo, al final de su vida, hace un balance fundamental, y dice: «He conservado la fe» (2 Tm 4,7) ¿Cómo la conservó? No en una caja fuerte. No la escondió bajo tierra, como aquel siervo un poco perezoso. San Pablo compara su vida con una batalla y con una carrera. Ha conservado la fe porque no se ha limitado a defenderla, sino que la ha anunciado, irradiado, la ha llevado lejos. Se ha opuesto decididamente a quienes querían conservar, «embalsamar» el mensaje de Cristo dentro de los confines de Palestina. Por esto ha hecho opciones valientes, ha ido a territorios hostiles, he aceptado el reto de los alejados, de culturas diversas, ha hablado francamente, sin miedo. San Pablo ha conservado la fe porque, así como la había recibido, la ha dado, yendo a las periferias, sin atrincherarse en actitudes defensivas.
También aquí, podemos preguntar: ¿De qué manera, en familia, conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado, como una cuenta bancaria, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás? Todos sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia «a la carrera», muy ocupadas; pero ¿han pensado alguna vez que esta «carrera» puede ser también la carrera de la fe? Las familias cristianas son familias misioneras. Ayer escuchamos, aquí en la plaza, el testimonio de familias misioneras. Son misioneras también en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe. Conservar la fe en familia y poner la sal y la levadura de la fe en las cosas de todos los días.
3. Y un último aspecto encontramos de la Palabra de Dios: la familia que vive la alegría. En el Salmo responsorial se encuentra esta expresión: «Los humildes lo escuchen y se alegren» (33,3). Todo este Salmo es un himno al Señor, fuente de alegría y de paz. Y ¿cuál es el motivo de esta alegría? Es éste: El Señor está cerca, escucha el grito de los humildes y los libra del mal. Lo escribía también San Pablo: «Alegraos siempre… el Señor está cerca» (Flp 4,4-5). Me gustaría hacer una pregunta hoy. Pero que cada uno la lleve en el corazón a su casa, eh! Como una tarea a realizar. Y responda solo: ¿Hay alegría en tu casa? ¿Hay alegría en tu familia? Den ustedes la respuesta.
Queridas familias, ustedes lo saben bien: la verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables… la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino de la vida. A la base de este sentimiento de alegría profunda está la presencia de Dios, la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Y sobre todo, un amor paciente: la paciencia es una virtud de Dios y nos enseña, en familia, a tener este amor paciente, el uno por el otro. Tener paciencia entre nosotros. Amor paciente. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias. Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría. Por el contrario, la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad.

sábado, 26 de octubre de 2013

LAS FAMILIAS FESTEJARON SU JORNADA JUNTO AL PAPA FRANCISCO. 26 DE OCTUBRE

Tantos testimonios, y la alegría de miles de familias que llenaron la plaza y vía de la Conciliación
La Jornada Mundial de la Familia fue una fiesta junto al papa Francisco. El santo padre ingresó acompañado por tantos pequeños. Al lado del altar presidía la ceremonia un ícono de la Sagrada Familia.
La niña Federica, de unos diez años en el micrófono le dijo al papa “Te quiero mucho” y le mostró un dibujo, le confió que su mamá le ha enseñado a cocinar algunas cosas, y a rezar por los otros. Cientos de globos fueron dejados libres y volaban mientas los diversos coros entonaron sus cantos y los fieles agitaban sus brazos.

Mons. Paglia le llamó: “papa, Francisco, o mejor papá Francisco”. Y recordó que los papás abuelos y niños allí presentes en la plaza le hicieron “recordar el sueño del profeta Zacarías” y de la alegría de la fe, por la que “hacemos fiesta”, junto "con la presencia de familias de más de 75 países". Recordó también a las familias en dificultad como las de Siria, probadas por la guerra y a quienes la plaza les envió un aplauso de apoyo. En la celebración festiva participaron por algunos minutos acróbatas circenses y artistas de calle que amenizaron la fiesta con algunas demostraciones.
Una mamá recordó la gran aventura que es la familia, y varias pareja de jóvenes indicaron la fecha en que se van a casar y las dificultades que deberán enfrentar, como una de romanos al confiar que a pesar de no tener un trabajo seguro y no saber como van a pagar el alquiler, decidieron casarse en primavera.
También el testimonio de unos abuelos que desde España vinieron a Roma con toda la familia, sobrinos incluidos. En medio de todo esto el santo padre le bendijo el niño a una madre en cinta. 
Se escuchó el testimonio de una mujer siria, que contó el drama y el miedo que les empujó a escapar a Jordania y que viven el drama del exilio y de la guerra. Y su esposo agradeció al santo padre la vigilia de oración por la paz en Siria'.
Las familias en misión estuvieron presentes, fue leída la carta de una familia italiana, de Florencia, en misión en tierra musulmana; y de otra familia con una niña, del Camino Neocatecumenal, que ahora están Albania y que dejaron sus trabajos y vida en Italia para servir allí a la Iglesia.
No faltaron dos abuelos, directores de películas, de convicciones diversas, que quisieron presentar su testimonio al papa Francisco. Fueron Pablo y Victorio Taviani, quienes sufrieron la barbarie del nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial, sobre la cual hicieron un film, como otro sobre el genocidio del pueblo armeno.

También estuvo el testimonio de una familia, suegros incluidos, que habían llevado a vivir con ellos a la otra abuela, a pesar de que la casa era pequeña y de las dificultades que esto significaba.
Una familia joven de Lampedusa, de pescadores, contaron cuando les llamaron para ayudar a los desesperados que desembarcaban, con particulares tremendos. Junto al de un ingeniero agrario de Nigeria que se escapó de África y en la estiva de una barca vio morir a 25 inmigrantes, entre los cuales un primo suyo, antes de llegar a la isla italiana.

Hacia el final del evento, el papa dirigió sus palabras al público, que lo interrumpió varias veces con sus aplausos. Al concluir el santo padre dio su bendición y dijo: "No podemos irnos sin pedirle a la Virgen que nos proteja a todos", y rezó un Ave María
A continuación el papa Francisco saludó a diversas personas y por más de media hora pasó con el jeep abierto, para saludar a las familias presentes en la plaza y vía de la Conciliazione, desde donde mucha gente siguió la ceremonia gracias a las pantallas gigantes.


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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LAS FAMILIAS DEL MUNDO CON OCASIÓN DE SU PEREGRINACIÓN A ROMA EN EL AÑO DE LA FE. 26 de octubre de 2013.

Queridas familias:
Buenas tardes y bienvenidas a Roma.
Han llegado en peregrinación de muchas partes del mundo para profesar su fe ante el sepulcro de San Pedro. Esta plaza les acoge y les abraza: formamos un solo pueblo, con una sola alma, convocados por el Señor que nos ama y no nos abandona. Saludo también a todas las familias que nos siguen por televisión e internet: una plaza que se ensancha sin fronteras.
Han querido llamar a este momento: Familia, vive la alegría de la fe”. Me gusta este título. He escuchado sus experiencias, las historias que han contado. He visto a muchos niños, muchos abuelos… He sentido el dolor de las familias que viven en medio de la pobreza y de la guerra. He escuchado a los jóvenes que quieren casarse, aunque se encuentran con mil dificultades. Y, en medio de todo esto, nos preguntamos: ¿cómo es posible vivir hoy la alegría de la fe en familia? Pero además les pregunto: “¿Es posible vivir esta alegría o no es posible?”.
1. Hay unas palabras de Jesús, en el Evangelio de Mateo, que vienen en nuestra ayuda: Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les aliviaré (Mt 11,28). La vida a menudo es pesada, muchas veces incluso trágica. Lo hemos oído recientemente… Trabajar cansa; buscar trabajo es duro. Y encontrar trabajo hoy requiere mucho esfuerzo. Pero lo que más pesa en la vida no es esto: lo que más cuesta de todas estas cosas es la falta de amor. Pesa no recibir una sonrisa, no ser querido. Algunos silencios pesan, a veces incluso en la familia, entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos. Sin amor las dificultades son más duras, inaguantables. Pienso en los ancianos solos, en las familias que lo pasan mal porque no reciben ayuda para atender a quien necesita cuidados especiales en la casa. Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados”, dice Jesús.
Queridas familias, el Señor conoce nuestras dificultades: ¡las conoce! Y conoce los pesos de nuestra vida. Pero el Señor sabe también que dentro de nosotros hay un profundo anhelo de encontrar la alegría del consuelo. ¿Recuerdan? Jesús dijo: Su alegría llegue a plenitud (Jn 15,11). Jesús quiere que nuestra alegría sea plena. Se lo dijo a los apóstoles y nos lo repite a nosotros hoy. Esto es lo primero que quería compartir con ustedes esta tarde, y son unas palabras de Jesús: Vengan a mí, familias de todo el mundo –dice Jesús–, y yo les aliviaré, para que su alegría llegue a plenitud. Y estas palabras de Jesús llévenlas a casa, llévenlas en el corazón, compártanlas en familia. Nos invita a ir a Él para darnos, para dar a todos la alegría.
2. Las siguientes palabras, las tomo del rito del Matrimonio. Quien se casa dice en el Sacramento: “Prometo serte siempre fiel, en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida”. Los esposos en ese momento no saben lo que sucederá, no saben la prosperidad o adversidad que les espera. Se ponen en marcha, como Abrahán; se ponen en camino juntos. ¡Y esto es el matrimonio! Ponerse en marcha, caminar juntos, mano con mano, confiando en la gran mano del Señor. ¡Mano con mano, siempre y para toda la vida! Y sin dejarse llevar por esta cultura de la provisionalidad, que nos hace trizas la vida.
Con esta confianza en la fidelidad de Dios se afronta todo, sin miedo, con responsabilidad. Los esposos cristianos no son ingenuos, conocen los problemas y peligros de la vida. Pero no tienen miedo a asumir su responsabilidad, ante Dios y ante la sociedad. Sin huir, sin aislarse, sin renunciar a la misión de formar una familia y traer al mundo hijos. –Pero, Padre, hoy es difícil… -Ciertamente es difícil. Por eso se necesita la gracia, la gracia que nos da el Sacramento. Los Sacramentos no son un adorno en la vida. “Pero qué hermoso matrimonio, qué bonita ceremonia, qué gran fiesta!”. Eso no es el Sacramento; no es ésa la gracia del Sacramento. Eso es un adorno. Y la gracia no es para decorar la vida, es para darnos fuerza en la vida, para darnos valor, para poder caminar adelante. Sin aislarse, siempre juntos. Los cristianos se casan mediante el Sacramento porque saben que lo necesitan. Les hace falta para estar unidos entre sí y para cumplir su misión como padres: “En la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad”. Así dicen los esposos en el Sacramento y en la celebración de su Matrimonio rezan juntos y con la comunidad. ¿Por qué? ¿Porque así se suele hacer? No. Lo hacen porque tienen necesidad, para el largo viaje que han de hacer juntos: un largo viaje que no es a tramos, ¡dura toda la vida! Y necesitan la ayuda de Jesús, para caminar juntos con confianza, para quererse el uno al otro día a día, y perdonarse cada día. Y esto es importante. Saber perdonarse en las familias, porque todos tenemos defectos, ¡todos! A veces hacemos cosas que no son buenas y hacen daño a los demás. Tener el valor de pedir perdón cuando nos equivocamos en la familia… Hace unas semanas dije en esta plaza que para sacar adelante una familia es necesario usar tres palabras. Quisiera repetirlo. Tres palabras: permiso, gracias, perdón. ¡Tres palabras clave! Pedimos permiso para ser respetuosos en la familia. “¿Puedo hacer esto? ¿Te gustaría que hiciese eso?”. Con el lenguaje de pedir permiso. ¡Digamos gracias, gracias por el amor! Pero dime, ¿cuántas veces al día dices gracias a tu mujer, y tú a tu marido? ¡Cuántos días pasan sin pronunciar esta palabra: Gracias! Y la última: perdón: Todos nos equivocamos y a veces alguno se ofende en la familia y en el matrimonio, y algunas veces –digo yo- vuelan los platos, se dicen palabras fuertes, per escuchen este consejo: no acaben la jornada sin hacer las paces. ¡La paz se renueva cada día en la familia! “¡Perdóname!”. Y así se empieza de nuevo. Permiso, gracias, perdón. ¿Lo decimos juntos? (Responden: Sí). ¡Permiso, gracias, perdón! Usemos estas tres palabras en la familia. ¡Perdonarse cada día!
En la vida de una familia hay muchos momentos hermosos: el descanso, la comida juntos, la salida al parque o al campo, la visita a los abuelos, la visita a una persona enferma… Pero si falta el amor, falta la alegría, falta la fiesta, y el amor nos lo da siempre Jesús: Él es la fuente inagotable. Allí Él, en el Sacramento, nos da su Palabra y nos da el Pan de vida, para que nuestra alegría llegue a plenitud.
3. Y para concluir, aquí adelante se encuentra el icono de la Presentación de Jesús en el Templo. Es un icono realmente hermoso e importante. Contemplémoslo y dejémonos ayudar por esta imagen. Como todos ustedes, también los protagonistas de esta escena han hecho su camino: María y José se han puesto en marcha, como peregrinos a Jerusalén, para cumplir la ley del Señor; del mismo modo el viejo Simeón y la profetisa Ana, también ella muy anciana, han llegado al Templo llevados por el Espíritu Santo. La escena nos muestra este encuentro de tres generaciones, el encuentro de tres generaciones: Simeón tiene en brazos al Niño Jesús, en el cual reconoce al Mesías, y Ana aparece alabando a Dios y anunciando la salvación a quien espera la redención de Israel. Estos dos ancianos representan la fe como memoria. Y yo les pregunto: “¿Ustedes escuchan a los abuelos? ¿Abren su corazón a la memoria que nos transmiten los abuelos? Los abuelos son la sabiduría de la familia, son la sabiduría de un pueblo. Y un pueblo que no escucha a los abuelos es un pueblo que muere. ¡Escuchar a los abuelos! María y José son la familia santificada por la presencia de Jesús, que es el cumplimiento de todas las promesas. Toda familia, como la de Nazaret, forma parte de la historia de un pueblo y no podría existir sin las generaciones precedentes. Y por eso hoy tenemos aquí a los abuelos y a los niños. Los niños aprenden de los abuelos, de la generación precedente.
Queridas familias, también ustedes son parte del pueblo de Dios. Caminen con alegría junto a este pueblo. Permanezcan siempre unidas a Jesús y den testimonio de Él a todos. Les agradezco que hayan venido. Juntos, hagamos nuestras las palabras de San Pedro, que nos dan y nos seguirán dando fuerza en los momentos difíciles:“Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68). Con la gracia de Cristo, vivan la alegría de fe. El Señor les bendiga y María, nuestra Madre, les proteja y les acompañe. Gracias.

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viernes, 25 de octubre de 2013

PAPA FRANCISCO HABLA A LAS FAMILIAS 25 DE OCTUBRE DE 2013

El Papa Francisco habla a las familias el 25 de octubre, 2013.
Francisco ha propuesto acercarse “con respeto y cariño a las familias que atraviesan dificultades”, también a “los matrimonios en crisis y a quienes están separados”. Fue durante un encuentro con el Pontificio Consejo para la Familia. El Papa les invitó a mostrar con su vida normal “la belleza del matrimonio y de la familia cristiana”.
PAPA FRANCISCO

 “La familia es el lugar donde se aprende a amar, el centro natural de la vida humana. Está hecha de rostros, de personas que aman, dialogan, se sacrifican por otros y defienden la vida, sobre todo la más frágil, la más débil”. 

El Papa pidió a los padres y madres que “pierdan tiempo” con sus hijos para mostrar la “gratuidad” del amor. 

Como recuerdo del encuentro, el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo, llevó al Papa este icono, en el que la Sagrada Familia aparece junto a dos ancianos. 
MONS. VINCENZO PAGLIA
"En este icono se representa la relación entre las generaciones".

FRASE SOBRE LA VIDA DE HELEN KELLER


¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?

Helen Keller (1880-1968) Escritora y conferenciante estadounidense

EL PAPA FRANCISCO Y LA FAMILIA.

El santo padre encuentra a los participantes de la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia

FUENTE: ZENIT.ORTG (Por Rocío Lancho García)

CIUDAD DEL VATICANO, 25 de octubre de 2013.
El santo padre ha recibido esta mañana a los participantes de la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia, reunidos desde el miércoles en Roma.
Durante su discurso el papa Francisco ha analizado tres aspectos importantes: la familia es una comunidad de vida que tiene una consistencia autónoma; la familia se funda sobre el matrimonio; y la infancia y la vejez.
Respecto a la primera idea (la familia como comunidad de vida), el papa ha retomado las palabras del beato Juan Pablo II en la exhortación apostólica Familiaris Consortio: "La familia no formada por una suma de personas, sino que es una 'comunidad de personas'". Un lugar, ha explicado, "donde se aprende a amar, el centro natural de la vida humana". Incluso, continúa, "se podría decir, sin exagerar, que la familia es el motor del mundo y de la historia". Del mismo modo, ha indicado que la familia "es el lugar donde recibimos el nombre, es el lugar de los afectos, el espacio de la intimidad, donde se aprender el arte del diálogo y de la comunicación interpersonal". Así como en la familia, "la persona toma conciencia de la propia dignidad, y especialmente si la educación es cristiana reconoce la dignidad de cada persona singular, de manera particular de la que es enferma, débil o marginada". Por ello, ha concluido este punto, subrayando que la comunidad-familia "pide ser reconocida como tal, aún más hoy, cuando prevalece la tutela de los derechos individuales".
El segundo aspecto tratado por el papa se ha centra en la familia fundada en el matrimonio. "A través de un acto de amor libre y fiel, los esposos cristianos testimonian que el matrimonio, en cuanto sacramento, es la base sobre la que se funda la familia y hace más sólida la unión de los cónyuges y su recíproco donarse". Ha añadido que el matrimonio es "como si fuese un primer sacramento de lo humano, donde la persona se descubre a sí misma, se auto-comprende en relación con los otros y en relación al amor que es capaz de recibir y de dar. El amor esponsal y familiar revela la vocación de la persona a amar en un modo único y para siempre, y que las pruebas, los sacrificio y las crisis de la pareja como de la misma familia representan los pasajes para crecer en el bien, en la verdad y en la belleza", ha indicado Francisco.
Asimismo, ha matizado que en el matrimonio "se da completamente sin cálculos ni reservas, compartiendo todo, dones y renuncias, confiando en la Providencia de Dios". Algo que, según el santo padre, los jóvenes pueden aprender de los padres y los abuelos. "Hay problemas en el matrimonio, siempre hay distintos puntos de vista, celos, se discute, pero hay que decirle a los jóvenes esposos que nunca terminen el día sin hacer las paces. El sacramento del matrimonio es renovado en este acto de paz después de una discusión, un malentendido, una envida escondida, también un pecado. Hacer la paz que da unidad a la familia", ha afirmado Francisco. Hay que decírselo a las parejas jóvenes, que no es un camino fácil pero que es bonito seguir este camino, dijo.
De este modo ha llegado al tercer y último aspecto del discurso: la infancia y la vejez. Francisco ha contado que cuando confiesa a un hombre o una mujer casada joven y en la confesión sale algún tema sobre el hijo o la hija, él pregunta: "¿cuántos hijos tiene?" y la segunda pregunta que les hace es, "¿usted juega con sus hijos?", "¿'pierde' el tiempo con sus hijos?". Por esto, el papa ha explicado que "también la gratuidad de papá y mamá con los hijos es muy importante, perder el tiempo con los hijos, jugar con los hijos". También ha subrayado que "una sociedad que abandona a los niños y que margina a los ancianos corta sus raíces y oscurece su futuro". Al respecto, el pontífice señala que "cada vez que un niño es abandonado o un anciano marginado, se cumple no solamente un acto de injusticia, sino que se ve también el fracaso de esa sociedad".
El papa, ha reconocido que le gusta el fragmento del evangelio cuando los jóvenes José, María y el Niño hacen todo lo que la Ley dice. "Cuatro veces lo dice san Lucas, para cumplir la Ley, son obediente a la Ley". Y también señala que los dos ancianos, hacen ruido, "Simeón inventa en ese momento una liturgia propia, y alaba las alabanzas al Dios y la anciana va y charla, predica con las charlas. Mirad esto, como son libres. Y tres veces se dice de los ancianos son conducidos por el Espíritu Santo".
En la conclusión de su discurso, el santo padre subraya que "las familias verdaderamente cristianas se reconocen por la fidelidad, la paciencia, la apertura a la vida, el respeto a los ancianos... el secreto de todo esto es la presencia de Jesús en la familia". 

ENTRADAS RELACIONADAS:
  • El santo padre encuentra a los participantes de la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia. 25 de octubre de 2013.
  • Las familias festejan su jornada junto al Santo Padre: Testimonios. 26 de octubre de 2013
  • Discurso del Papa Francisco en la Vigilia de la Jornada Mundial de la Familia con motivo del Año de la Fe: 26 de octubre de 2013.
  • Homilía del Santo Padre en la Misa de Clausura de la Peregrinación de las familias del mundo a Roma en el Año de la Fe. 27 de octubre de 2013.

miércoles, 23 de octubre de 2013

martes, 22 de octubre de 2013

DIOS CURA NUESTRAS HERIDAS CON SUS MANOS, Y PARA TENER MANOS SE HIZO HOMBRE. PAPA FRANCISCO

Dios cura nuestras heridas con sus manos, y para tener manos se hizo hombre. Papa Francisco
Contemplación, cercanía, abundancia: son las tres palabras en torno a las cuales el papa Francisco centró su homilía en la misa del martes en la mañana en la Casa Santa Marta. El papa reiteró que no se puede entender a Dios sólo con la inteligencia, y subrayó que "el propósito de Dios" es "inmiscuirse" en nuestra vida para sanar nuestras heridas, tal como lo hizo Jesús.
Para entrar en el misterio de Dios no basta la inteligencia, sino que sirven "la contemplación, la cercanía y la abundancia", lo que ha tomado de la primera lectura de hoy: un pasaje de la carta de san Pablo a los Romanos. La Iglesia, ha dicho: "cuando quiere decirnos algo" sobre el misterio de Dios, "solamente utiliza una palabra: maravillosamente". Este misterio, prosiguió, es "un misterio maravilloso":
"Contemplar el misterio, esto que Pablo nos dice aquí, sobre nuestra salvación, sobre nuestra redención, solo se entiende de rodillas, en la contemplación. No solo con la inteligencia. Cuando la inteligencia quiere explicar un misterio, siempre, ¡siempre! enloquece. Y así sucedió en la historia de la Iglesia. La contemplación: inteligencia, corazón, de rodillas, rezando... todo junto, entrar en el misterio. Esa es la primera palabra que tal vez nos ayude".
La segunda palabra que nos ayudará a entrar en el misterio, dijo, es "cercanía". "Un hombre pecó --recordó-- y un hombre nos salvó". "¡Es el Dios que está cerca!" Y, continuó, "cerca de nosotros, de nuestra historia". Desde el primer momento, añadió, "cuando eligió a nuestro padre Abraham, caminó con su pueblo". Y esto también se ve con Jesús “que hace un trabajo de artesano, de trabajador".
"A mí, la imagen que me viene es aquella de la enfermera en un hospital: cura las heridas, una por una, pero con sus manos. Dios se involucra, se mete en nuestras miserias, se acerca a nuestras heridas y las cura con sus manos, y para tener manos se hizo hombre. Es un trabajo de Jesús, personal. Un hombre trajo el pecado, un hombre viene a sanarlo. Cercanía. Dios no nos salva solo por un decreto o una ley; nos salva con ternura, con caricias, nos salva con su vida, por nosotros".
La tercera palabra, continuó Francisco, es "abundancia". "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia". "Cada uno de nosotros --observó-- conoce sus miserias, las conoce bien. ¡Y abundan!" Pero, advirtió, "el desafío de Dios es vencer esto, sanar las heridas", como lo hizo Jesús. Más aún: "hacer aquel don sobreabundante de su amor, de su gracia". Y así, advirtió el papa Francisco, "se entiende aquella preferencia de Jesús por los pecadores".
"En el corazón de este pueblo abundaba el pecado. Pero Él vino a ellos con la sobreabundancia de la gracia y el amor. La gracia de Dios siempre gana, porque es Él mismo quien se entrega, se acerca, que nos acaricia, que nos sana. Y para ello, aunque tal vez a algunos de nosotros no nos gusta decir esto, pero los que están más cerca del corazón de Jesús son los más pecadores, porque él va a buscarlos, llama a todos: ‘¡Vengan, vengan!'. Y cuando le piden una explicación, él dice: ‘Pero los que tienen buena salud no tienen necesidad del médico; yo he venido para sanar, para salvar'".
"Algunos santos --afirmó-- dicen que uno de los pecados más feos es la desconfianza: desconfiar de Dios". Pero, se pregunta el santo padre, "¿cómo podemos desconfiar de un Dios tan cercano,tan bueno, que prefiere nuestro corazón de pecador?" Este misterio, reiteró, "no es fácil de entender, no se entiende bien, con la inteligencia". Solamente quizás nos ayuden estas tres palabras: la contemplación, la proximidad y la abundancia. Es un Dios, concluyó el papa, "que siempre gana con la superabundancia de su gracia, con su ternura, con la riqueza de su misericordia".